Y después del infarto, ¿qué?

Y después del infarto, ¿qué?

5 / febrero / 2017

Las enfermedades cardiovasculares son el grupo de patologías más frecuente a día de hoy en nuestra población, siendo la 1ª causa de muerte en España (datos del INE, 2016). Gracias a los avances experimentados en las últimas décadas en el tratamiento de la Cardiopatía Isquémica (entre los que destaca la revascularización percutánea, los programas de angioplastia primaria, los stents de última generación y la aparición de nuevos fármacos) los pacientes viven más tiempo y en mejores condiciones. Pero aún existen determinados aspectos por resolver, como son la rehabilitación de los pacientes después de un evento coronario (infarto de miocardio). Este aspecto se encuentra muy desarrollado en otros países europeos, pero desgraciadamente en España, son pocas las unidades de Rehabilitación Cardíaca establecidas en centros sanitarios.

 

 

Muchos de los pacientes que han tenido un infarto se encuentran angustiados, desorientados y abrumados los días posteriores al evento; no se creen que les haya podido pasar a ellos. Pero en cuanto pasan unas pocas semanas, una buena parte pierden el miedo y vuelven a realizar los mismos (malos) hábitos de vida que antes, como por ejemplo, reinicio en el hábito tabáquico, el sedentarismo y las dietas hipercalóricas.

 

La Rehabilitación Cardíaca es una herramienta básica y fundamental en el tratamiento de los pacientes que han sufrido un infarto, que ha demostrado un aumento de la supervivencia y la calidad de vida. Tiene una indicación Clase I, con nivel de Evidencia A en las Guías de Práctica Clínica de la European Society of Cardiology, es decir, tiene el máximo nivel de recomendación.

 

 

La Rehabilitación Cardiaca consiste en realizar ejercicio físico (mediante cinta o bicicleta) de manera ambulatoria y supervisada, controlando a su vez los factores de riesgo cardiovascular. El programa dura aproximadamente unos 2-3 meses y además de la actividad física, se imparten charlas informativas a pacientes y familiares sobre los diferentes aspectos de la enfermedad. De esta manera el paciente aprende unas pautas y hábitos saludables, que le servirán para el resto de su vida, disminuyendo el riesgo de tener un nuevo infarto y mejorando su pronóstico y calidad de vida.

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